La lucha del feminismo
Es difícil realmente poder caer en cuenta de aquellos detalles que a simple vista podrían parecer tan insignificantes, pero que en conjunto alimentan a una sociedad machista y patriarcal.
Desde el inicio de la humanidad, se ha implementado un sistema de jerarquías, a través del que se ha invisibilizado a las mujeres debido al predominante machismo (la idea de que los hombres son naturalmente superiores a las mujeres). Hemos permitido la existencia de este sistema irracional de opresión debido a que la mujer –al ser la única con la posibilidad de dar vida– se le otorgaban las tareas de crianza y cuidado, por lo tanto, al ser ésta una responsabilidad que exige tiempo, atención y dedicación, no le era posible llevar a cabo otras actividades. Por consiguiente, el hombre era el encargado de otorgar los alimentos para sustentar a la comunidad, lo cual le daba un mayor poder. A las mujeres se les refería de manera opuesta, propiciando que cayeran en sumisión. Esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿de qué maneras a lo largo de la historia las mujeres hemos luchado contra el sistema patriarcal?
Una de las representaciones más memorables del feminismo se suscitó cuando en el siglo XVII, durante la búsqueda de la igualdad (actualmente se busca equidad), se publicó la declaración de libertades y derechos políticos en la que se invalidó la participación de las mujeres, lo cual propició a Olympe de Gouges a escribir la Declaración de los derechos de la mujer y ciudadana, creando un texto representativo del feminismo que fue mundialmente reconocido. Esta obra (en conjunto con otras similares), causó un descontento por parte de los hombres. Estaba mal visto que una mujer intentara difundir una ideología fuera del adoctrinamiento al que había estado sometida.
A mediados del siglo XIX a la mujer se le denominaba “babieca”, poniendo en duda sus capacidades fuera de las tareas domésticas y maternales. Esta agresión incitó a que las mujeres buscaran la validación de su voz, y en este caso específico, de su poder político; dando pie al inicio de la primera ola del feminismo. Lamentablemente, durante esta primera ola del feminismo, las mujeres fueron violentadas hasta la muerte por exigir sus derechos. Un ejemplo de la opresión patriarcal hacia las mujeres en un ambiente plenamente político es la infinidad de restricciones que hubo para que pudieran ejercer el derecho al sufragio en México (solamente podían votar en las elecciones municipales); ya que los hombres consideraban que su decisión sería totalmente influenciada por terceros, de esta manera subestimando su individualidad de criterio.
En pleno siglo XXI se nos ha permitido visibilizar las luchas sociales en contra de las injusticias hacia las minorías. Es un hecho que tenemos más poder mediático a comparación de décadas anteriores, por lo cual este poder debe ser bien implementado. Es prácticamente imposible lograr un cambio completo respecto al pensamiento patriarcal, pero si nuestra pretensión es poder lograr la equidad entre géneros, hay que ser más selectivos y analíticos con todo nuestro sistema social y político. En las manos de los representantes nacionales recae la integridad de las mujeres.
Mujer trabajadora. Foto: carlos aranda
¿Qué podemos hacer para poder progresar, y promover el uso responsable de nuestra voz y voto?
Hay que analizar con mucho detenimiento todos los discursos políticos desde cualquiera de sus matices; estar alertas a cualquier indicio de machismo. Es difícil realmente poder caer en cuenta de aquellos detalles que a simple vista podrían parecer tan insignificantes, pero que en conjunto alimentan a una sociedad machista y patriarcal. Sea cual sea la ideología sociopolítica que mejor nos parezca, siempre habrá que analizar a cualquier tipo de representante de dicho esquema, ya que es el principal exponente de un sistema de detrimento que da ventajas a los hombres (específicamente a los hombres que cumplen con la cis hetero normatividad) sobre cualquier otro sector social que ha sido marginado y visto de manera peyorativa por diversas razones, y en este caso específico, las mujeres y el feminismo. Tomar en cuenta que específicamente en la lucha feminista se busca la equidad entre géneros, y cualquier esquema que censure la libertad de expresión o cuestione parcial o totalmente alguna lucha social de igual manera debe ser cuestionada. Tenemos que plantear la inequidad que existe entre clases sociales y –como existen ciertos privilegios entre mujeres de acuerdo a su condición socioeconómica, color de piel, identidad/expresión de género y orientación sexual– asegurarnos de que dichos representantes de los esquemas políticos promuevan la equidad entre todos los ciudadanos para lograr un progreso. Hay que ser conscientes del androcentrismo: un aspecto que denomina mundialmente a nivel histórico, que lamentablemente siempre se ha visto incluido en la política; por lo tanto, habrá que analizar los niveles de este fenómeno en cuanto a discurso, propuestas e intereses; y tenemos saber cuánto podrá afectar esto en el ámbito social y personal a las mujeres. Tomando en cuenta las distintas variantes de ramas feministas, siempre habrá que estar dispuestos a deconstruir nuestro entorno dependiendo de las características necesarias si nuestra pretensión es poder finalmente consumar la causa de esta lucha en específico.