El capitalismo: ¿un problema de equidad social?

Una de las razones por las que el capitalismo está siendo descalificado tan rápidamente en la actualidad es, probablemente, la desinformación.

Cuando recibí la invitación para participar en este proyecto, una de las cosas que más me llamó la atención fue que, junto con el cartel en el que venían los lineamientos sobrepuestos a la foto de un tianguis, venía adjunto un texto en el que se mencionaba que se buscaba formar “... un pequeño ‘tianguis’ de ideas resistentes a los discursos tradicionales”. Esta frase me dejó pensando en varias de las conversaciones que he tenido estos últimos años sobre los distintos sistemas políticos y económicos que rigen el mundo de hoy en día. Esto, a su vez, me llevó a considerar una tendencia que he percibido últimamente en las redes sociales, que busca persuadir a los usuarios de que el sistema económico capitalista es un sistema perjudicial para la sociedad, especialmente en términos de equidad social. Por ello, he resuelto tratar la cuestión del capitalismo en este texto y procurar dar respuesta a la pregunta de qué tan fácticamente cierto es el argumento de que el capitalismo es el causante principal de la desigualdad social. 

Para empezar, me gustaría reconocer un hecho que es cierto: el capitalismo no produce resultados perfectos, equitativos con todos los miembros de la sociedad. Ahora bien, ¿qué sistema económico sí lo hace? Además, ¿cómo es posible determinar si las injusticias sociales que existen en torno a los éxitos o fracasos económicos personales se deben al sistema económico vigente y no a otro factor, como la preparación o las aptitudes individuales? 

El capitalismo. Foto: Franki Chamaki

El capitalismo. Foto: Franki Chamaki

Si analizamos estas preguntas detenidamente, nos daremos cuenta de la complejidad tan grande que existe detrás de cualquier sistema económico y –por lo tanto– de que no hay nada inherentemente malo en considerar un sistema económico como el capitalismo, a falta de alguna otra proposición capaz de resolver todos los problemas económicos actuales. Dicho esto, encuentro, desde mi experiencia personal, que existe una creciente inconformidad e insatisfacción hacia el capitalismo entre los jóvenes de hoy en día. Posiblemente, una de las razones por las que el capitalismo está siendo descalificado tan rápidamente en la actualidad sea la desinformación. Por ello, me gustaría comenzar con algunos datos básicos sobre el capitalismo. 

Para empezar, el capitalismo es, en principio, un sistema económico que se basa en que el sector privado opere los medios de producción con el fin de generar ganancias económicas y que los ingresos se distribuyan a través del libre mercado. De esta forma, todo individuo tiene el derecho de producir los productos y proveer los servicios que desee, siempre y cuando lo haga conforme a la ley. Además, los precios de los productos fluctúan en función de la oferta y demanda, en lugar de que sea el gobierno quien los determine. Por ello, el capitalismo ofrece la gran ventaja de permitir que cualquier individuo sea libre de decidir en qué trabajar o, en su defecto, de decidir no trabajar, ya que esta elección depende de los intereses personales de cada uno. Del mismo modo, el capitalismo permite que todos sean libres de trabajar para ganar cuanto dinero deseen obtener y de gastarlo a su discreción, con la condición de que estos procesos sean ambos legales. Claro, esto no quiere decir que todos van a conseguir cuanto dinero quieren, sino simplemente que no hay nada que les impida lograrlo, salvo su preparación, sus habilidades y aptitudes, así como el mayor o menor grado de suerte que tengan. 

Considerando esto, todas las críticas que se hacen del capitalismo con base en el argumento de que “no deja oportunidades para las mayorías, sino únicamente para una minoría exclusiva” son sencillamente erróneas, puesto que no hay sistema económico en el que todo individuo tenga tantas libertades individuales como en el capitalismo, además de que están desapegadas de la realidad práctica. Para demostrarlo, me gustaría presentar el Índice de Libertad Económica, publicado por The Wall Street Journal, en el que se mide la libertad económica de todos los países del mundo de los que se tienen datos, lo cual se puede traducir en qué tan capitalista es su sistema económico. En la siguiente imagen, los países que más se aproximan al azul son aquellos con mayor libertad económica —en donde existen menos impedimentos legales para que un individuo del sector privado pueda establecer un negocio y realizar transacciones económicas—; mientras que los países que más se aproximan al rojo son aquellos con menor libertad económica —en donde existen más impedimentos legales para realizar estas mismas acciones—.

Index of Economic Freedom (2018), The Wall Street Journal. Fuente: Wikimedia Commons

Index of Economic Freedom (2018), The Wall Street Journal. Fuente: Wikimedia Commons

Lo que más me llama la atención de este índice es que los países en los que existe una mayor libertad económica, o sea, que son más capitalistas, son también los países que suelen promediar más arriba en el Índice de desarrollo humano (IDH) y más abajo en el índice de desigualdad económica (Gini), para prácticamente cualquier año del que se tengan datos. Si no me creen, los invito a comprobarlo por su propia cuenta. Y no estoy hablando de Estados Unidos, que muchos consideran como el ejemplo prototípico de un país capitalista, sino de naciones como Singapur, Nueva Zelanda, Australia, Suiza o Irlanda, cuyas economías son todavía más libres que la de Estados Unidos y muestran más desarrollo humano general y menos diferencias económicas entre sus clases sociales. 

No es mi objetivo proponer ninguna teoría sobre por qué el mayor grado de libertad económica lleva a un mayor desarrollo humano y a una menor desigualdad social. Ya existen muchas muchas y francamente no son de mi interés en estos momentos. Lo que quiero es, simplemente, presentar los datos empíricos como son y dejar que cada quien obtenga sus propias conclusiones. 

Por lo que a mí respecta, puedo afirmar que, a partir de los datos que hay disponibles sobre las naciones capitalistas, la tendencia general es que, mientras más capitalista sea un país, más desarrollo humano y menos desigualdad social habrá en él. Como mencioné anteriormente, el capitalismo no impone ningún obstáculo hacia el éxito económico de nadie más que el de su preparación, sus habilidades y sus aptitudes. No podemos esperar que, si se les da la misma oportunidad a dos o más personas, todas terminarán con el mismo resultado. Por lo tanto, si lo que queremos es ver un mundo más justo y equitativo, el capitalismo no es el problema. La solución consiste en proveer una mejor educación para todas las personas, de modo que, cuando terminen sus estudios, estén preparadas para el mundo laboral y tengan mejores oportunidades de triunfar.

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