Izquierda y derecha
En el terreno de la economía, las cosas pueden ser un poco más complicadas de lo que parecen.
En internet podemos encontrar una variedad muy grande de contenido dirigido a públicos de diversas ideologías, y en redes sociales las personas muchas veces toman actitudes hostiles hacia quienes no están de acuerdo con ellos. A pesar de que la polarización no es un fenómeno nuevo, cada vez nos cuestionamos menos los argumentos con los que contamos; nuestros argumentos parecen ser menos sólidos, algunos son muy tendenciosos y otros simplemente son falsos. Quiero hacer este artículo basado en datos duros, a modo de discusión, para demostrar que, en el terreno de la economía, las cosas pueden ser un poco más complicadas de lo que parecen.
¿Cómo ve la izquierda a la derecha?
Entre mis condiscípulos, he escuchado en numerosas ocasiones lo siguiente: “La derecha cree que los pobres son pobres porque quieren”, es decir, la derecha cree en la meritocracia. Esto es cierto, pero de forma parcial. No todos los países donde gobierna la derecha dejan a sus ciudadanos pobres desprotegidos ante el libre mercado: la mayoría de los países invierte en lo esencial para mejorar su calidad de vida sin afectar la libertad de las empresas (aunque es verdad que algunos no lo invierten de la mejor forma).
Un buen ejemplo de lo anterior es Perú, un país que en los años noventa empezó a implementar una economía orientada al libre mercado. Este país logró reducir un 50% de su población en pobreza de 2005 al 2015. A pesar de que Perú es uno de los países que tiene la menor recaudación de impuestos en América Latina (desde 1990, la recaudación tributaria de Perú ha estado por debajo del 20% del PIB); durante su etapa de crecimiento (que sigue hoy en día), Perú logró reducir la pobreza implementando una gran variedad de programas de asistencia social, sin aumentar sustancialmente los impuestos. Lo anterior no es un caso único de Perú; de hecho, en muchos de los países donde se ha disminuido con mayor velocidad la pobreza (aunque no siempre la desigualdad) han sido países neoliberales.
El discurso de la desigualdad es algo frecuente en la izquierda, sin embargo, un país igualitario no necesariamente es un país mejor: Estados Unidos es uno de los países más desiguales del mundo desarrollado y, sin embargo, un ciudadano promedio en ese país tiene una mayor calidad de vida y tiene un salario medio bastante más alto que un ciudadano de Bielorrusia, el país más igualitario del mundo.
Los gobiernos de izquierda radical muchas veces nacionalizan empresas con la idea de hacer que las ganancias puedan ser más justas para los consumidores y para los trabajadores. Sin embargo, la baja productividad de las empresas públicas en muchos países ha hecho que a largo plazo no puedan sostenerse tan bien como las empresas privadas y por ello, terminen perjudicando el gasto público y aumentando la deuda, como ocurrió en México (y en varios países de América Latina y de Europa) antes de implementar una economía neoliberal y en el caso más extremo, al final de la URSS, cuando este país ya no tuvo las tasas de crecimiento ni de desarrollo tecnológico que había tenido en décadas anteriores.
Foto: Pablo García Saldaña
Lo que dice la derecha sobre la izquierda
Una idea que algunas personas de derecha piensan es la siguiente: “lo que importa es reducir la pobreza, no tanto la desigualdad”, pero tampoco se debe dejar de lado el tema de la igualdad. Un gran ejemplo (que parece contrario al ejemplo de Perú) es Ucrania. Si comparamos Ucrania con México, podemos ver que el PIB de Ucrania es de $3.957 dólares y el de México es de $10.624 dólares, pero su nivel de desarrollo es casi el mismo; en puntos del Índice de Desarrollo Humano (IDH) –que evalúa la calidad de vida–, Ucrania está apenas un poco por detrás de México. Ucrania, además, es uno de los países que más rápido se han desarrollado en el mundo, además de que su economía está muy regulada. Esto pone en duda otro argumento de la derecha, ya que la derecha a veces cree que es mejor que un país sea rico para repartir la riqueza.
Otro argumento de la derecha es el siguiente: “es mejor tener impuestos bajos que impuestos altos”, pero esto no siempre es cierto. En Europa Occidental, se puede ver una tendencia que retrata muy bien esto: en países donde los impuestos son más altos, los impuestos cubren más aspectos de seguridad social que ayudan al desarrollo de estos países (aunque hay algunas excepciones si se comparan por IDH y no solo a través de la seguridad social).
La derecha tiende a creer que el socialismo no funciona, sin embargo, hay evidencia que nos dice que el socialismo en Cuba y en la URSS no fue del todo malo. Esto lo demuestran datos duros: la esperanza de vida y el índice de alfabetización en Cuba y la URSS casi siempre estuvieron al nivel de los países más desarrollados. Los años de escolaridad de estos países y su crecimiento económico fueron altos por algunos periodos. Desde la década de los cincuenta y hasta la desintegración de la URSS, el IDH de la URSS fue sustancialmente superior al de los países más desarrollados de América Latina, acercándose o estando a la par de países socialmente más desarrollados. Por ejemplo, en la década de los cincuenta, la URSS superó el desarrollo de España, de Italia y de Grecia; Aunque, para bien o para mal, desde algunos años antes de la desintegración de la URSS, varios de estos indicadores fueron decayendo hasta llegar a niveles similares a los de algunos países de América Latina.
La derecha también puede creer que las socialdemocracias no funcionan, aunque en realidad estas dieron (y siguen dando) buenos resultados en Francia, Alemania y el norte de Europa en la segunda mitad del siglo XX.
Entonces, ¿qué ideología ha demostrado ser mejor?
No existe una fórmula universal para que un país se vuelva desarrollado siguiendo los principios de una sola ideología. En los últimos años se nos ha dicho que la solución se encuentra lejos de los extremos, pero China y Singapur son un buen ejemplo de que países que adoptan medidas económicas alejadas del centro también pueden funcionar.
Para hacer que algo funcione debemos de estudiar los detalles que pueden ajustarse a cada país, ya que no todo recae en el modelo económico y no todos los países desarrollados llegaron a donde están de la misma manera, pero la mayoría tienen coincidencias fundamentales que no se basan en la ideología (como en la educación y el Estado de Derecho, entre otros).
Reconozco que este artículo tiene muchos datos que parecen contradecirse, la mayor parte de los ensayos de este tipo no ahondan al hacer comparaciones de ambas posturas, ya que la mayoría se centran en explicar por qué un modelo económico funciona mejor que otro (probablemente este artículo también tenga un sesgo hacia lo que yo considero mejor), pero considero importante tener presente este tipo de datos, para no dejarnos llevar por opiniones simplistas.