James Bond: el espía inmortal
La franquicia de nuestro agente inglés favorito cambia junto con nosotros
Desde su debut cinematográfico en el año 1962, James Bond ha estado presente en nuestra cultura popular. Sin embargo, como todas las cosas, ha ido cambiando con el tiempo para adaptarse.
Pregúntale a tu papá cuál es su James Bond favorito, pregúntale a tu abuelo y pregúntate a ti mismo. Verás que todos darán una respuesta diferente. Tu papá seguro habrá dicho Roger Moore; tu abuelo, Sean Connery y tú habrás respondido Daniel Craig o Pierce Brosnan. Esto demuestra cómo cada generación es diferente.
A mí me gusta pensar que el cine y la industria del entretenimiento son un reflejo de nosotros como sociedad. Por ejemplo, en sus primeras películas, Bond tenía varias actitudes hacia las mujeres que hoy en día son reprobables o incluso consideradas misóginas. Esto no se hizo con malas intenciones, pues el contenido cinematográfico es un reflejo de la evolución social en la época en que se realizó.
En los noventa, la era de Pierce Brosnan, el mundo estaba entrando a una nueva era en que la tecnología empezaba a estar presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Esto se puede apreciar muy claramente en sus películas, ya que hay varios elementos –como sus dispositivos o las amenazas a las que se enfrentó– que demuestran cómo la sociedad estaba acostumbrándose a la tecnología y al nuevo milenio.
Foto: Hansjorg Keller
Para el 2006, el mundo ya era otro completamente, la tecnología ya estaba integrada a nuestras vidas. Casi todas las personas tenían teléfonos móviles y para investigar algo ya no era indispensable ir a una biblioteca, sino sólo abrir una computadora y buscar lo que uno necesitaba. Con todas las personas comunicadas entre sí, el Bond de Daniel Craig, era (y es) un reflejo de lo que pasaba en nuestro mundo. Con tintes políticos y diplomáticos, las películas más recientes del 007 apelan a la audiencia el día de hoy: globalizada e informada sobre el contexto mundial gracias a las tecnologías de la información y la comunicación.
Como puede observarse, las películas del mítico espía son productos del tiempo en el que se filman y exhiben y aprovechan lo que funciona para integrarlo en sus narrativas, argumentos y diálogos. Esto último es mucho más notable en Quantum of Solace del 2008 y Skyfall del 2012, que muestran influencias e inspiraciones clarísimas de las películas de Jason Bourne (2002-2016) y The Dark Knight (2008).
En el caso de Quantum of Solace esto es muy obvio, ya que tanto 007 como Bourne están siendo perseguidos por sus agencias. Mientras que Skyfall cuenta con un villano que planea ser capturado para luego ser liberado (al igual que en The Dark Knight); ambos villanos, Joker y Silva, tienen planes tan elaborados que el día de hoy seguimos intentando buscarles sentido.
Con base en lo expuesto y motivado, puedo con seguridad decir que la franquicia de nuestro agente inglés favorito cambia junto con nosotros, pues el cine en específico muestra lo que somos en una época determinada, para bien y para mal. El Bond de Connery jamás sería aceptable hoy en día, lo hubieran cancelado, y el de Moore sería un fracaso por la naturaleza juguetona o incluso ridícula de sus películas.
Es por esto que cada cierto tiempo, la franquicia se tiene que reinventar para atraer a las nuevas generaciones. El ejemplo más reciente es la película número 25 de la franquicia: No Time to Die. Por lo visto en los avances, el número de 007 ha pasado de James a Nomi (una mujer de ascendencia negra) que lo ha reemplazado como la mejor agente de los servicios de inteligencia de Inglaterra. Esto demuestra que la franquicia habla de temas que son relevantes de hoy en día, como la inclusión y la diversidad. Hace 50 años nadie se hubiera imaginado que la persona que llevase el título de 007 no sería Bond, hoy es una mujer afrodescendiente.
En conclusión, nada se puede quedar estático en la vida, las transformaciones son inevitables. Además de la muerte, la otra cosa que se tiene por segura es el cambio. Por otra parte, un espía como Bond –producto visible de nuestra cultura– bien merece ser inmortal, como la lucha del bien contra el mal.
007. Foto: Irv P.